jueves, 6 de agosto de 2015

Qué hago aquí

Camino despacio, con la intención de no mirar atrás, pero despacio, con la intención de no esperar, pero… Camino sin entender por qué camino, con las manos en los bolsillos, me alejo… Camino con paso firme, ordenado, tenaz, y no entiendo… llevo un millón de pasos dados y sigue el camino. Entonces, el pasillo se acelera a cada lado, los cuadros colgados son paisajes subidos a un tren que pierdo, demasiado viento…
A esta velocidad es imposible pensar, no sé sonreír tan rápido, mejor no mirar… Demasiado mentira para creer que tanta precipitación sea verdad, no sé llorar tan rápido, mejor no mirar… La realidad es un tornado a mi alrededor contenido en una lata de Coca-Cola, que por alguna razón no paran de agitar.  Y yo que no me quería manchar…
Ya no camino por aquel pasillo desolador, ahora la luna tiene 42 pulgadas y para soñar necesito Google, empiezo a correr… Las palabras tienen punta, y el sol me deslumbra, a veces me cuesta cerrar los ojos.  No puedo dejar de correr… Soy ruido y vacío y solo me recuerdo cuando me pierdo en las pastillas para dormir. Mejor salir de este lugar, de este frío invernal, del corazón para regalo, y los deseos a domicilio. Mejor detenerse… No quiero decir que no sea atractivo, quiero decir que… quizá sea que me sigo mareando en las curvas, porque yo aprendí a caminar despacio, y a este ritmo nada me parece real. No, tampoco tu manera de querer. Lo siento, no me da tiempo a creer que me puedas besar sin haberte parado una vez.

Mejor salir de este lugar, antes de que la voz me empiece a temblar, y el miedo decida por mí, antes de que me acostumbre a ilusiones digitales y me depriman los lunes. Mucho antes de olvidar qué hago aquí.


Relato escrito escuchando esta canción:

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