martes, 4 de agosto de 2015

Suficiente

Tengo el infinito paraíso dando vueltas en una taza y una cuchara de metal. Guardo el compás de la ceniza en una de cada dos caladas y van más de un millón, si contamos cada mañana desde que cumplí los diecisiete. Se puede decir que llevo un buen ritmo, pero a los dos minutos después, tengo otra vez la casa en llamas.
No parece tener solución. Hasta me he despertado más temprano por si tuviera que ver algo con la hora, pero no. Ni las nueve, ni las ocho, ni las siete, basta que siga mi pauta diaria, para que a los dos minutos después se empiece todo a calcinar. Y cuando no queda ni un mueble, ni un electrodoméstico de última generación, de vuelta a los grandes almacenes y a sus ofertas en rojo. Ya me conocen. Con el carro lleno y la espalda cada vez más dolorida llego a casa y subo cinco pisos; no me gusta el ascensor. Por la noche todo queda precioso, el microondas blanco, la nevera de metal -me encantan estas neveras- el sofá con cheslón, el palito verde de bambú…qué pena…mañana dos minutos después…no lo quiero ni pensar. Quizá sea cosa de las paredes, puede que pintando… ¡Ni me planteo cambiar de casa! Porque tengo el infinito cada mañana, solo dos minutos. Suficiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario