jueves, 8 de noviembre de 2018

Si muero lejos…

En México se me volvió de color magenta toda la historia; no se salvaron ni las astillas, ni las pelusas, ni siquiera los restos de algo asquerosamente deslavazado que dejé por ahí. Casi podía haberme vuelto loco, (loca), pero es que tampoco podía. De un lado y del otro: magenta y nada. No había más y existía todo. Maravilloso. Y en ese color, que no sé muy bien cómo es, me pasé 24 horas bombeando tequila: pum-pum, pum-pum, ay-ay-ay… sí, así más o menos. De lo más ¡feliz! hasta que ¡plaf! ¿Y esto?: otro día. ¡No! Una pena…  Los niños dijeron “qué miedo”; los curas “descanse en paz”; mis amigos “el vivo al bollo”, que aunque no lo dijeron, lo dijeron. Y yo volví a la historia original llena de astillas y de pelusas y de los restos de algo asquerosamente deslavazado que dejé justo allí, con la única esperanza de volver a mi gran noche magenta. Pero un día y otro día... Entonces me desesperé, en la medida en la que se puede desesperar un alma sin pies, y me trasladé a otro ¿sitio? ¿lugar? ¿féretro? tan lejos de allí… Y ahora mi dilema es: ¿a quién le digo yo que estoy dormido…? ¿Eh? ¿A quién? ¿Hay alguien? ¿Puedes verme? ¿Me lees?

lunes, 12 de octubre de 2015

¿Cuál es mi cámara?

Me enciendo un cigarro, empieza a llover. Madrid es un mapa de metro, pero decido ir dando un paseo; queda aún más peliculero. Todo son piezas. Piezas, figuras y geometría en cada bocanada de humo, que no encajan en ningún lugar. El sonido de los tacones es en blanco y negro, los pantalones pitillo, y las luces de los faros la piel de mi camino. No será largo, solo me queda la mitad de la ceniza. Recuerdo la última vez que tuve compañía, tampoco era tan imprescindible olvidarla… Mientras la noche amanezca, la luz será la adecuada, para poder ocultar el sentimiento exacto. Es cuestión de maquillaje, de ciencia. Y cuando se acabe mi cigarro, y los gatos sean de colores, seré la incógnita de una ecuación gris, pero de momento, ¿cuál es mi cámara?


jueves, 1 de octubre de 2015

lunes, 28 de septiembre de 2015

Entre la calle Alcalá y la Gran Vía

Frio, congelado, con la piel tirante y una sonrisa en la cara me encontré a mi padre en la puerta de un banco. Con los mismos ojos que una lubina en la pescadería: como espejos de lágrimas heladas. Era una buena pieza, seguro.

domingo, 20 de septiembre de 2015

Del mar y de la arena

Por escribir escribo de los paisajes, del mar y de la arena. Por escribir hablo de mí y de mi anónimo, de ti, de lo que desconozco. Por escribir no escribo del infinito de cuerdas en el cielo detrás de las últimas casas de la ciudad. Si escribo de estos postes de luz, de sus sombras en el suelo, del silencio de la electricidad, desde luego no escribo por escribir.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

En tu congelador

Lo más difícil es guardarme en bolsas. Plegarme adecuadamente para evitar que todas esas espinas acaben rasgando el plástico. Nadie sabe lo que me tengo que retorcer, a veces incluso me encuentro la cabeza del revés, y todo, porque no cuidan los materiales; cada vez más enclenques, cada vez más caros.