lunes, 13 de julio de 2015

Broma

Cuando Marine se bajó del coche, el gasolinero se subía la bragueta, un trozo de baba flotaba en el suelo y su dueño sobre la moto lo observaba con pena, olía demasiado a combustible y a sudor, más de lo normal, y un par de tíos se tocaba en el baño pasando de todo.
Cuando Marine dio el primer paso, un taxista se la tiraba con la mirada mientras masticaba un palillo, un bebé perdía su chupete debajo de una rueda y nadie se daba cuenta, cuatro gordas se hinchaban a calorías envasadas y jugaban a tirarse eructos; hacía mucho calor. Mientras Marine caminaba, se quitó la chaqueta y la tiró al suelo, alguien gritó, se cobraron cinco barritas de chocolate, sesenta  euros de diesel plus, un zumo multifrutas, y una revista porno, un BMW y un Volvo se incorporaron a la autopista, ese mismo alguien volvió a gritar, y dos Seat, un Porche, y un Renault monovolumen se sumaban a la cola para repostar; ya eran varios los que gritaban. Pero Marine desde que se bajó del coche hasta que accionó el interruptor que los hizo volar a todos en pedacitos pensaba en que quizá sus amigas con esto de la despedida de soltera se habían vuelto un poco locas y que igual la multa por atemorizar a tanta gente con una falsa inmolación que se convertiría en una explosión de confeti por toda la gasolinera era demasiado cara: “lo pagarán ellas, eso lo tengo claro”. También se planteó si a su futuro marido le estarían haciendo la misma broma.


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