lunes, 27 de julio de 2015

Porque tú me lo pides

Ya no soy adolescente, no me gusta esperar, por eso no me reconozco formando parte de esta fila que da la vuelta a la calle. Ni si quiera se ve la entrada… y alrededor, caras que no se parecen a la mía. No me apetece reír, para mí no es divertido, es más bien una tortura, pero aquí estoy, igual que todos estos a los que doblo la edad…
Cada noche en el mismo sitio, un poco antes de las once, justo cuando te despides por whatsapp. Ya no me lo pienso; las llaves, el abrigo y algo de dinero, lo más rápido posible, para que nadie se me cuele, lo más automatizado posible para llegar a la hora, ¡llegar a la hora! quien me lo iba a decir… es cierto, no hay excusas: el metro casi siempre es puntual. Y ahora, con el frío entre los dientes, espero. Espero solo y tranquilo, con las arrugas que me hice de niño, y los desmanes que he ido guardando, detrás de un montón de niñatos que van a pasar antes que yo. No lo entiendo, pero no daré la nota, con los años he aprendido a mirar por encima y a callar. Tengo tanto que enseñarte… pero te empeñas en que haga la cola, y me colocas como si fuera una ficha de dominó, en el último puesto. Te advierto que yo también sé jugar. Tranquila, no tengo intención de demostrarlo, ya he superado esa etapa… ¿Sabes? igual mañana no vengo. No es orgullo, no soy de esos… es que no se si te comenté que madrugo; se trata de una cuestión de responsabilidad, ya lo irás entendiendo cuando crezcas, así que no. No cuentes conmigo. En principio. Bueno si quieres llamarme por si acaso, tú verás, aunque lo dudo… estoy bastante liado. Desde luego, si vengo, no creo que me quede hasta el final, hasta que abres la puerta, eso seguro, a no ser que me dejes pasar… No creas, yo prefiero quedarme fuera, lo que ocurre es que un caballero no rechaza una invitación. En todo caso, mañana si me quedo hasta el final será porque tú me lo pides.

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